
Jordania busca nuevos equilibrios en la cuerda floja de Oriente Próximo
23 julio, 2019Amán reanuda relaciones con Qatar y rechaza el plan de Trump pese a las presiones de Riad y EE UU
Considerada un islote de estabilidad en las revueltas aguas de Oriente Próximo, en Jordania parece que nunca pase nada. El tedio de los interminables atascos de tráfico en Amán ante un paisaje de centros comerciales, bancos y torres de oficinas no oculta, sin embargo, que el reino hachemí lleva una década en ebullición tras el estallido de la primavera árabe. “Ya no somos tan necesarios como antes”, apunta el analista Oraib al Rantawi. “Israel empieza a relacionarse directamente con los países árabes suníes moderados, mientras Estados Unidos y Arabia Saudí presionan al Gobierno jordano para que acepte sin rechistar el plan de paz del presidente Donald Trump”.
Árbitro del complejo equilibrio de fuerzas demográficas que rige en la orilla oriental del río Jordán, el rey Abdalá II consiguió frenar las protestas populares en 2012, en la estela de las revueltas de Túnez y Egipto, con la promesa de reformas políticas que cayeron más tarde en el olvido. El monarca volvió a contener el malestar social hace un año mediante la destitución fulminante de un primer ministro que se limitaba a aplicar el ajuste fiscal que exigía el Fondo Monetario Internacional para salvar al país de la bancarrota. “El pasado diciembre”, recuerda Al Rantawi, director del Centro de Estudios Políticos Al Quds, “la policía tomó las calles para bloquear otra oleada de manifestaciones antes de que pudiera emerger, pero los problemas políticos y económicos siguen sin resolverse en Jordania”.
Después de arrastrar los pies durante semanas pese a las presiones de Riad y de Washington, el Gobierno de Abdalá envió a un desconocido subsecretario al seminario económico sobre el “acuerdo del siglo” entre israelíes y palestinos apadrinado por la Casa Blanca a finales de junio en Baréin. Fue la vía elegida por Amán para dar espalda a la iniciativa estadounidense.
El Gabinete del monarca hachemí dio el pasado martes un nuevo giro diplomático para marcar distancias al reanudar las relaciones plenas con Qatar. Amán retiró a su embajador en Doha hace dos años cuando Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Egipto rompieron sus lazos con Qatar y le sometieron a aislamiento económico.
Mientras Riad ha recortado en el último año su apoyo financiero a Jordania como medida de presión para que se sume al plan de paz de Trump, el Gobierno catarí ha ofrecido ayudas por un monto de 500 millones de dólares (445 millones de euros), así como empleos para 10.000 trabajadores jordanos. Al igual que Turquía, su gran aliado regional, Qatar cuestiona la hoja de ruta diseñada por Jared Kushner, asesor principal y yerno del presidente de Estados Unidos, por no incorporar la solución de los dos Estados, mayoritariamente avalada por la comunidad internacional.
Con una tasa de desempleo que se acerca al 20%, la economía jordana se ha debilitado después de tres lustros de guerras en Irak y Siria, que han dinamitado su papel como núcleo de intercambios económicos y eje de servicios financieros en Oriente Próximo. Su creciente vulnerabilidad le obliga a buscar nuevos equilibrios regionales en un ejercicio de funambulismo diplomático.
“El ‘acuerdo del siglo’ de la Casa Blanca supone una amenaza existencial para Jordania”, advierte Al Rantawi en su oficina de Amán, antes de describir el barril de pólvora demográfico sobre el que se asienta la estabilidad del reino. De los 10,5 millones de habitantes del país, solo 7,5 tienen nacionalidad jordana, si bien se dividen casi al 50% entre los beduinos o transjordanos, élite que controla las fuerzas de seguridad y el poder político, y los de origen palestino, que dominan en parte el mundo de los negocios.
Entre los tres millones de residentes sin pasaporte, más de la mitad son exiliados sirios y yemeníes, o inmigrantes egipcios. El resto son refugiados palestinos sin nacionalidad jordana. “Conceder el pasaporte y el derecho de voto a más de un millón de palestinos, como propugna el plan Trump al negarles el derecho de retorno, haría saltar por los aires los contrapesos de la estabilidad de Jordania”, concluye el director del Centro Al Quds, cuyos artículos sobre el seminario de Baréin fueron censurados por las autoridades de Amán.